JUAN SIN MIEDO. EL TERROR DE INGLATERRA
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Juan del Águila, el Maestre de Campo que nació sin miedo y murió con honor.
Juan del Águila y Arellano (Ávila, 1545 – La Coruña, 1602) fue uno de los grandes capitanes de los Tercios Españoles, aquellos soldados de hierro que forjaron la leyenda militar del Imperio. Su vida fue una cadena de batallas, victorias, heridas y fidelidades, desde los desiertos africanos hasta los pantanos de Irlanda.
A él lo presentaron ante Felipe II con estas palabras:
“Señor, conozca Vuestra Majestad a un hombre que nació sin miedo.”
Y razón no les faltaba. Don Juan del Águila fue el reflejo de una España que luchaba por la honra, la fe y la gloria.
De El Barraco al campo de batalla
Hijo de la nobleza abulense, nacido en El Barraco, Juan del Águila no heredaría tierras, pero sí valor. Con apenas 18 años se alistó en los Tercios, buscando en el campo de batalla la fortuna que la cuna no le garantizaba. Sirvió primero en el Tercio de Cerdeña, participando en la toma del Peñón de Vélez de la Gomera (1564), el socorro de Malta (1565) frente al asedio turco, y la campaña de Córcega (1566).
Su destino cambió al llegar a Flandes (1567), el escenario más duro y sangriento de la época. Allí combatió en la batalla de Heiligerlee (1568) y en la de Mook (1574), ganándose fama de audaz y temerario. En Amberes demostró su liderazgo cuando, en pleno motín de soldados sin paga, logró convencerles para acudir al socorro de los sitiados y salvar la plaza.
Aquella acción le valió el ascenso a capitán, y su nombre comenzó a escucharse con respeto entre los veteranos de los Tercios.
El ascenso de un soldado sin miedo
En 1582 fue nombrado Maestre de Campo con solo 38 años, una distinción reservada a los más grandes. Su Tercio participó en el sitio de Amberes (1584-1585) bajo Alejandro Farnesio, donde protagonizó una victoria decisiva en el dique de Covernstein.
Durante esa campaña tuvo lugar uno de los episodios más legendarios de la historia militar española: el Milagro de Empel.
Rodeados por los holandeses y sin esperanza, los hombres de Águila hallaron una tabla con la imagen de la Virgen. Esa misma noche, un frío sobrenatural heló las aguas del río Escalda, permitiendo a los españoles avanzar sobre el hielo y destruir la flota enemiga. Desde entonces, la Inmaculada Concepción fue proclamada patrona de los Tercios.
Contra Inglaterra y en defensa de la fe
Herido en combate en 1588, regresó a España, donde el Gran Prior de Castilla lo presentó a Felipe II como “el hombre que nació sin miedo”.
El monarca le encargó reunir un nuevo Tercio en Santander para apoyar la Armada Invencible, pero el desastre naval frustró la misión.
Sin embargo, su destino le aguardaba en Francia, donde durante ocho años luchó en apoyo de los católicos contra los hugonotes. Allí levantó el célebre Fuerte del Águila en Port-Louis y conquistó plazas como Craon, Blain o Brest, derrotando en varias ocasiones a los ejércitos ingleses que apoyaban a los rebeldes franceses.
En 1595 llevó la guerra al corazón de Inglaterra, dirigiendo una audaz incursión en Cornualles, donde saqueó y destruyó varios fuertes enemigos.
La operación, aunque breve, demostró la vulnerabilidad inglesa y le ganó el sobrenombre de “El terror de Inglaterra”.
Irlanda: la última batalla
En 1601, ya bajo el reinado de Felipe III, Juan del Águila recibió una última misión: auxiliar a los católicos irlandeses en su levantamiento contra Inglaterra.
Zarpó de Lisboa con más de 30 naves y 4.400 hombres, pero las tormentas dispersaron la flota. Con apenas 3.000 soldados logró tomar tierra en Kinsale, donde resistió durante meses un asedio de 12.000 ingleses.
A pesar del valor de sus hombres —una salida sorpresa causó más de 500 bajas al enemigo— la falta de refuerzos selló el destino de la expedición.
Finalmente, Juan del Águila capituló con honor, exigiendo mantener banderas, armas y dignidad intactas.
De regreso a La Coruña, invirtió su propio dinero (59.000 escudos) en un hospital para los soldados heridos.
Poco después, enfermo y deshonrado por las intrigas cortesanas, murió sin haber podido defender su nombre.
Su cuerpo reposó en su tierra natal, El Barraco (Ávila), donde aún se le recuerda como “Juan sin miedo”, el soldado que jamás retrocedió.
Legado
Juan del Águila representa al hombre de los Tercios: valiente, leal, piadoso y orgulloso.
Su vida resume la epopeya del Imperio Español y el espíritu indomable de aquellos soldados que hicieron temblar a Europa.
Su lema no fue otro que el de todos los que sirvieron a España con el alma:
“Por la honra, por la fe, por el Rey.”
Hoy, siglos después, su ejemplo sigue vivo en la historia y en la memoria de los que reconocen el valor como la más noble de las virtudes.