Asedio de Middelburg
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El 4 de noviembre de 1572 comenzaba el asedio de Middelburg, donde la guarnición española resistió durante dos años los ataques combinados de las fuerzas anglo-holandesas.
La Guerra de los Ochenta Años apenas estaba en su fase inicial, pero el conflicto ya había mostrado su dureza. Batallas como Oosterweel, Dalen, Heiligerlee, Jemmingen o Jodoigne habían anticipado un enfrentamiento largo y sangriento. Y en 1572, con choques decisivos en Brielle, Mons, Goes o Malinas, quedaba claro que la pugna entre España y las Provincias Unidas solo podría terminar con la victoria de una de las partes.
Ese mismo año, tras la toma de Brielle, los rebeldes holandeses se hicieron con gran parte de Zelanda, apoyados por la reina Isabel I de Inglaterra y cada vez más ciudades dispuestas a unirse a su causa. Entre las principales urbes de la zona, únicamente Arnemuiden, Middelburg y Goes permanecían leales a la Monarquía Hispánica. Sin embargo, la situación se tornó complicada: numerosas iglesias y villas fueron saqueadas y la propia Arnemuiden cayó al entregarse a los rebeldes.
En abril de 1572, Middelburg sufrió su primer intento de asalto por parte de unos 1.200 rebeldes, que fueron rechazados por la firme defensa española. El ataque terminó en retirada, no sin antes arrasar los alrededores de la ciudad. Un segundo intento, en junio, volvió a fracasar: esta vez, los defensores habían reunido provisiones para resistir un eventual asedio prolongado.
La gran ofensiva llegaría el 4 de noviembre, cuando 1.500 soldados anglo-holandeses iniciaron un asedio sistemático destinado a rendir Middelburg. Al mando de la defensa estaba Cristóbal de Mondragón, uno de los más célebres capitanes de los tercios. Durante más de un año, los españoles resistieron en condiciones cada vez más duras, hasta que en febrero de 1574 se vieron obligados a pactar una rendición honrosa: los soldados salieron de la ciudad con sus armas y banderas desplegadas.
La pérdida de Middelburg supuso para los rebeldes el control de la isla de Walcheren, estratégica para dominar el río Escalda y las comunicaciones marítimas. No obstante, la resistencia española dio tiempo al duque de Alba para reorganizar la guerra. En paralelo al asedio, los tercios obtenían victorias significativas: Zutphen, Bolsward, Franeker, Kampen, Sneek y Zwolle. En diciembre de 1572 caía Naarden, y poco después comenzaba el célebre asedio de Haarlem.
Tras la capitulación, el ejército de Mondragón, exhausto y amotinado, emprendió nuevas operaciones: ocupó Beveland y Duiveland, mientras ciudades clave como Leiden o Ámsterdam permanecían fieles a España.
El asedio de Middelburg, por tanto, no fue solo una derrota: marcó un punto de inflexión en la guerra, consolidó la rebelión en Zelanda, y al mismo tiempo reforzó la leyenda de los tercios españoles por su resistencia y disciplina.